Hola a todos:
En este artículo os voy a hablar de mi experiencia con los desplazamientos en autobús. Perdón por la extensión del texto, pero es que hay mucho que contar.
Hace un mes tuve que desplazarme a Granada en autobús para mantener una reunión de trabajo. La verdad es que generalmente, cuando me desplazo a otra ciudad, lo hago en tren o avión, pero para ir a Granada, sólo contaba con esta opción. Además, cuando he tenido que ir en autobús a otra ciudad, siempre he viajado acompañada, así que podemos decir que ha sido mi primera experiencia.
Al bajar del taxi, encontré muchas puertas, pero tuve que tantearlas todas hasta encontrar la que estaba abierta. Al parecer, se trataba de grandes cristaleras.
Como las grandes estaciones son complicadas para una persona ciega debido a la ausencia de características de accesibilidad o al desconocimiento de las mismas, al llegar a la estación de Málaga, pregunté directamente a alguien que si podía indicarme dónde estaba el mostrador de información, así que muy amablemente fui acompañada.
Mientras me desplazaba, noté encaminamiento podotáctil, aunque si no se conoce la estación, tampoco sabemos a qué espacios o servicios nos acerca. Además, las personas ciegas que nos desplazamos con perro guía, tampoco lo utilizamos, ya que el perro no está entrenado para ello. Yo disfruto de la compañía de una perra guía, aunque ya está tan mayor que lo de hacer viajes no le viene nada bien.
Al llegar al mostrador de información, pregunté la dársena desde la que saldría mi autobús. La señora que atendía el servicio me indicó que podía ser la 22 o la 24.
Como faltaba media hora y hasta 10 minutos antes de la salida no se sabría la dársena exacta, se ofreció a acompañarme a una zona de asientos. Además, quedó en venir a por mí a esa hora para acompañarme.
Es importante destacar que, una vez se sale al espacio donde estacionan los autobuses, ya no existe encaminamiento podotáctil. Además, días después de este viaje, me contaron que parece que en las columnas próximas a los autobuses existe señalética braille para indicar el número de la dársena, pero si no conoces su ubicación exacta, pues tampoco sirve de ayuda.
Desde luego, en la media hora que estuve esperando en la estación, no escuché ningún aviso sonoro en el que se informase de las dársenas de entrada y salida de autobuses. Toda la información se mostraba en las pantallas, aunque puedo decir que esto tampoco es lo normal. Es decir, en otras ocasiones que he ido a la estación, sí he escuchado los avisos sonoros.
Ya sólo faltaban 5 minutos para la hora de salida, así que, viendo que nadie venía a buscarme, me dispuse a localizar el autobús. Pregunté a algunas personas y llegué.
Una vez en el autobús, el conductor me orientó hasta mi asiento y me dijo que, al llegar a destino, esperase a que todos saliesen para ayudarme a bajar, pero finalmente salí del autobús y de la estación con una viajera que se ofreció a acompañarme a los taxis, ya que tenía algo de prisa, así que me vino fenomenal.
La vuelta fue más tediosa debido a que el punto de información estaba más lejos de la puerta de entrada a la estación, por lo que me costó bastante más encontrarlo. Aquí no noté encaminamiento podotáctil, aunque igual existe.
Una vez en el punto de información, pregunté de dónde saldría mi autobús y, puesto que la estación me pareció más compleja, pregunté si me podían acompañar. Me dijeron que no, aunque una persona que escuchó la conversación, se ofreció a hacerlo.
Como igualmente faltaba bastante tiempo, me llevó hasta la sala de espera, así que, 15 minutos antes de la hora de salida de mi autobús, pregunté a varios pasajeros para encontrar la dársena 11.
Finalmente llegué a la cola para subir al autobús. En ésta, una mujer inglesa fue la encargada de decirme que avanzase.
Al llegar al vehículo, el conductor me acompañó a mi asiento.
Una vez en Málaga, bajé del autobús y fue el conductor el que se ofreció a acompañarme a los taxis.
Después de este viaje, la conclusión que saco es que la accesibilidad en el entorno de los autobuses interurbanos está muy mal, tanto para personas ciegas, como para otras muchas personas. Por ejemplo, una persona con una discapacidad física no podría subir a algunos de los autobuses.
En mi caso, la dificultad no se encuentra al subir y bajar del vehículo. Lo difícil para mí es encontrar el autobús entre tantas dársenas y sin un sistema eficaz de orientación y guiado, cuando actualmente existe tecnología que podría ayudar.
En los viajes en tren y en avión, existe un servicio de acompañamiento de entrada y salida del vehículo que nos hace los desplazamientos bastante más fáciles. Parece que, para estaciones y viajes en autobuses interurbanos con determinadas características, también es obligatorio que exista un servicio de acompañamiento, por lo que claramente se incumple con la ley.
En el entorno de los autobuses podemos viajar, pero dependemos mucho de la ayuda de los demás. Además, el tiempo en el que los autobuses paran en las estaciones es muy corto, por lo que el riesgo de perder nuestro autobús, claramente existe.
Debo añadir que el viaje a Granada es corto, por lo que los autobuses no hacen paradas de descanso. Hace algo más de tiempo viajé acompañada a Murcia y el autobús paró 2 veces para que la gente pudiese comer, ir al baño,… Desde luego, esta circunstancia añade más dificultad si se viaja solo.
Si entramos en la web de algunas de las compañías de transporte en autobús, se indica que las personas con discapacidad que necesiten ayuda deben ir acompañadas. ¿Y qué ocurre si alguien no puede contar con el acompañamiento de otra persona para viajar?
Considero que no es necesario que el servicio se dé directamente desde cada compañía, sino que podría ser centralizado, como ocurre en AENA para todos los aeropuertos de España, por ejemplo.
Muchas personas ciegas viajan solas en autobús y, desde luego, yo he podido hacerlo, pero esto no quiere decir que no existan riesgos en estos viajes para los que se tendrían que aportar soluciones. De hecho, existe legislación, pero claramente no se cumple. A destacar el Reglamento (UE) 181/2011 del Parlamento Europeo y del Consejo de 16 de febrero de 2011 sobre los Derechos de los Viajeros de Autobús y Autocar (abre en ventana nueva).
Ahora vayamos con la cara de la accesibilidad. ¡Siempre en positivo!
Desde hace años, se está avanzando mucho en la accesibilidad de los desplazamientos en autobuses urbanos. En muchas ciudades, contamos con locuciones en las marquesinas y en el interior de los autobuses, vehículos de piso bajo, aplicaciones medianamente accesibles para consultar cuánto tiempo falta para que llegue nuestro autobús, etc.
Pues bien, hace semanas conocí que en la aplicación de la EMT de Málaga han añadido una opción nueva para personas con discapacidad. En ésta se indica que, si mandamos una copia digital de nuestro DNI y de nuestro certificado de discapacidad a un correo electrónico, nos darán un código de activación del servicio de aviso a conductores de que una persona ciega está esperando en la parada.
Desde mi punto de vista, esto resulta de mucha utilidad, ya que en muchos casos, si no haces un gesto al conductor para que pare, éste pasa de largo. Cuando la persona ciega va con su perro guía o pone su bastón visible, en base a mi experiencia, tengo que decir que paran, pero en algunas ocasiones se despistan por conducir muy rápido y nos hacen la faena.
Así que, como me ha parecido muy interesante, no he tardado en solicitar el servicio, aunque tengo que decir que aún no me ha llegado el código de activación. ¡Supongo que estará en proceso de implantación!
Bueno, pues hasta aquí mi experiencia en el transporte en autobús. En síntesis, detecto importantes áreas de mejora para los desplazamientos interurbanos y grandes avances en los desplazamientos urbanos.
¡Un saludo y seguimos!